Sobre mi
Soy Ana Ramírez Perea. Estar con las manos embadurnadas de barro es para mí un gran placer. Dedicar cada minuto desde que empiezas algo informe hasta que se va convirtiendo en lo que fue tu idea es un proceso privilegiado porque en muchos ámbitos no se puede disfrutar de algo de principio a fin. Con la cerámica sí. Las repeticiones incluso son únicas, cada una con su carácter. Y no deja de ser un desafío porque en este elaborado proceso cerámico siempre pueden ocurrir incidentes y contratiempos que echen a perder la pieza.
La cerámica te entra por lo visual pero tiene un componente táctil aún mas importante, tanto es así, que cuando algo nos gusta como por instinto se nos va sola la mano a tocar la pieza.
Cerámica es el acto de volver algo dúctil como el barro en algo tan sólido y resistente como las vasijas encontradas por los arqueólogos bajo tierra. Para que esto ocurra tiene que intervenir un «calor» del fuego o del horno que transforma para siempre las piezas. Así, el calor viaja desde mis manos hasta las tuyas.
Exposiciones
- Participación en el mural colectivo emplazado en el Palacio Episcopal realizado por Gaudí, en Astorga.
- Maker cerámico de los diseños expuestos en la Central de Diseño del Centro Cultural Matadero de Madrid
- Pieza conceptual ``Se ha roto el tiempo`` en las vitrinas del Hall de la Escuela de Arte Francisco Alcántara de Madrid y en sala de exposiciones de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
- Exposiciones de pintura y cerámica en Centros Culturales
- Seleccionada con un cuadro para los premios Arganzuela de Madrid, los premios del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y para sala de exposiciones del centro Cultural Conde Duque.
El taller
En el taller, ese lugar donde las ideas cobran forma, el torno es un aliado capaz de elevar y hacer surgir una pieza como por arte de magia. El amasado es el entrenamiento diario para tener las manos dispuestas a contener el barro, darle su apariencia final con la sutil elección de la forma.
Las manos dejan su impronta. Pareciera que piensan solas lo que tienen que hacer. Tienen una retroalimentación constante. La arcilla y ellas van en una misma dirección. Es un proceso lento pero el tiempo pasa volando, un encargo, una nueva idea, un nuevo reto…
El barro se cansa, se desmorona, hay que saber darle lo que necesita en cada momento, mimarle. Antes de convertirse en cerámica necesita de todas nuestras atenciones, después el horno lo convierte en algo fuerte aunque conserve cierta fragilidad.
En el taller trabajo con todo tipo de arcillas, las voy alternando para observar las propiedades de cada una de ellas, aunque la arcilla con la que tengo mas producción es la terracota.
Y al final el momento mas esperado es el de abrir el horno, que será la prueba final de cada pieza.